De las paredes de la habitación —llamada “ cabina” en el argot — cuelgan posters de la fundación con eslóganes como “Si necesitas hablar con alguien, llámanos” o “Siempre encontrarás a alguien”. Sin embargo, Joaquim, el voluntario al que acompaño durante la noche, me confiesa que su favorito no es oficial: “ Te escuchamos desde el silencio”. Hay muchas ideas preconcebidas y estereotipos sobre el Teléfono de la Esperanza que a uno se le desmoronan nada más cruzar la puerta.
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