Durante este primavera hemos visto con nuestras retinas la tremenda escena de un Aguila real devorando el cadáver de un osezno del año. Una semana antes este osezno correteaba y jugaba al pie de un farallón rocoso con sus dos hermanos y cuando avistamos a esta familia nos imaginamos los riesgos que correrían al bajar de la osera dentro de unos días. Este pequeño ha desaparecido para siempre cerrando el ciclo natural de la vida y la muerte en la naturaleza y no hay mejor muerte para un animal salvaje que ser devorado por otro.
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