Este fenómeno ocurre con frecuencia en huracanes, y es particularmente evidente en Milton por su magnitud y trayectoria, como muestra el radar meteorológico. Al avanzar la tormenta arrastra aire y agua, pero también fauna. Especialmente aves, generando avistamientos inusuales. El ojo del huracán es una zona de calma relativa, pero rodeado por el peligroso «muro del ojo», región donde vientos son extremadamente fuertes y las condiciones pueden ser devastadoras. Las aves hallan un refugio temporal en el ojo; salir de él puede ser casi imposible.