El viaje comenzaba de noche, cuando todo el mundo dormía. Sigilosamente. Cuidadosamente. No podían correr el riesgo de ser descubiertos. Justo el día antes habían escuchado estos versos cantados. "Swing low, sweet chariot, coming for to carry me home". Resonaban en su cabeza durante la huida como una cantinela de salvación. El carromato ya estaba listo para llevarles de vuelta a casa. No tenían mapas, ni brújulas, tan solo se guiaban mirando al cielo, por la luz de la estrella polar o por los cauces de los grandes ríos.