Llevamos días viendo como se señala a grupos de extrema derecha que están prestando ayuda, ya sea con comida, con vigilancia, etc... y algunos no han tardado en criticarlos en redes porque no están de acuerdo con su ideología. Cuando pasa una desgracia como esta, cuando la gente está pasando hambre, frío, o ha perdido todo, ¿de verdad importa quién te tiende la mano? Una ayuda es una ayuda, venga de quien venga, y eso es lo que cuenta cuando la desesperación está por todos lados.
Es normal que uno se cuestione aceptar ayuda de alguien con quien no comparte valores. Pero cuando estás en medio del caos, no tienes el lujo de elegir cómo salvarte. ¿Quién va a pensar en ideologías cuando no tienes dónde caerte muerto? Aquí lo importante es que hay alguien dispuesto a echar una mano, y ya está.
Si has perdido tu casa, si estás herido, si no tienes ni para comer, lo último que te importa es de dónde viene la ayuda. Necesitas algo para comer, o medicamentos... y eso es ahora, no mañana. La gente no puede esperar a que al persona que le ayuda cumpla con tus ideales políticos. Lo que necesitas es ayuda, sin más.
Y la ayuda, venga de donde venga, salva. No se trata de apoyar la ideología del que te ayuda, ni de olvidar el daño que puedan haber hecho. Se trata de que hay vidas en riesgo, y no hay espacio para juicios ni críticas. Los que critican desde la comodidad de sus casas, menos mal que no han tenido que elegir entre aceptar un plato de comida o quedarse sin nada porque no les gusta quién lo ofrece.
Es muy fácil señalar cuando no eres tú el que necesita un sitio donde dormir, o cuando no tienes que decidir si tomar medicinas o quedarte enfermo solo porque no te cuadra la ideología del que te las da. Desde fuera, todos tenemos las cosas clarísimas y nuestros ideales intactos, pero la realidad de la gente que sufre es otra. Es dura y complicada.
Nadie quiere verse en la situación de depender de alguien a quien odia, pero es muy fácil hablar desde lejos. En un mundo perfecto, toda la ayuda vendría de personas con intenciones puras, pero en la vida real, cuando estás desesperado, lo único que te importa es que alguien, quien sea, esté dispuesto a ayudarte.
La ayuda es un acto humano que no entiende de fronteras ni ideologías. Negarla solo hace más grande el sufrimiento de los que ya están jodidos, los que están solos. Ojalá nunca nos veamos en esa situación, ojalá nunca tengamos que elegir entre mantener el orgullo o seguir vivos. Y si alguna vez nos toca, quizá entendamos que, en medio del dolor, la ayuda siempre es ayuda, sin importar de dónde venga.