Había en Ordes un verdugo que se dedicaba a cobrar impuestos por las ferias. Una “mala persona, bruta y sin escrúpulos” que le cortó los pechos a una republicana después de matarla. El brazo ejecutor de un régimen que vestía la ropa de sus víctimas. Cuando dos hermanos huérfanos vieron que llevaba la zamarra y el calzado de su padre, decidieron tomarse la justicia por su mano. Un sábado cualquiera, lo siguieron hasta la feria de Mesón do Vento y allí evitaron que siguiese violando y asesinando con total impunidad.
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