Esta pedanía de León es prácticamente autosuficiente gracias a su gestión sostenible de los recursos naturales. Esta historia comienza en 1996 y, como todas aquellas que terminan generando un cambio, está propulsada por una pasión. "Para mí, lo mejor del mundo es estar en el monte con unos prismáticos viendo a un lobo correr. No hay cosa que se asemeje a eso". Y así fue como José Antonio Ballester, naturalista, se compró aquel año unas ruinas en Valdavido, una recóndita pedanía de León con poco más de diez habitantes.
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