Resulta que el clásico “he aprobado - me han suspendido” podría tener un equivalente en las actitudes de los adultos sobre su desarrollo económico y personal en lo referente a culpar en exceso a los políticos de lo malo que nos ocurre. Y que esto en sí mismo tiene implicaciones negativas en cuanto a la meritocracia y la gobernanza de nuestras democracias, como veremos al final del artículo.
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