Un jamón 100% ibérico no se puede distinguir ni por la etiqueta, ni por el precio. El motivo es la ambigua legislación aprobada por el Ministerio de Agricultura (se permite etiquetar como jamón ibérico a las piezas de cerdos cruzados con otras razas) que no diferencia claramente entre producto y raza. Bajo el paraguas de la norma de calidad del ibérico, los animales ibéricos de pura raza sacrificados desde el año 2014 hasta finales del 2017 solo sumaron 1.142.650. Mientras que los híbridos -normalizados como ibéricos- totalizaron 10.431.217.
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