Felipe tiene 80 años y después de toda una vida a lado de su esposa y sus hijos, ha sido ahora cuando los ha conocido realmente, especialmente a su hija. Una disputa por la herencia y por los poderes notariales de este documento ha provocado que este jubilado, afincado en Madrid, haya visto el verdadero rostro de la mujer que ha criado. Una realidad que jamás pensaba que fuera existir, pero que el dinero y la avaricia han sacado a la luz.
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