[Por Juan Bordera] Si no superamos la identificación que tenemos con los más ricos, estamos condenados. Si no les forzamos a que repartan el botín, los demás planes serán quimeras. Imaginémonos un planeta en el que una crisis ecológica tremenda pusiera en peligro a la propia vida, la desigualdad económica aumentara exponencialmente, mientras muchos de los recursos más importantes cada vez escasearan más. Y en ese mismo planeta, a la vez, una pequeña élite se estuviera dedicando a usar una cantidad cada vez más grande de esos preciados recursos.
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