La denunciante mantuvo que desde que habían roto no había vuelto a ver a su pareja ni a tener contacto directo hasta la noche de la violación, la del domingo al lunes. Sin embargo, parece que buena parte de su versión se desmoronó cuando se le presentaron pruebas de que no solo había enviado mensajes y fotos al hombre, sino que habían estado juntos de copas, habían dormido juntos el sábado y el domingo y desayunado en un bar la mañana siguiente a la supuesta violación.
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