El darwinismo social sigue disfrutando de muchos seguidores hoy. Según esta concepción, los ricos, los opulentos, los bienhabientes, no debían albergar la menor mala conciencia por su existencia social materialmente privilegiada; era consecuencia de su propia excelencia natural. Cualquier intento de mitigar el sufrimiento de la población trabajadora y pobre (republicanamente, es odioso tener que recordarlo, pobre es quien no tiene la existencia material garantizada) tendría consecuencias nefastas para el conjunto de la sociedad.
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