Cuando se entra en casa de Simeón Ziquete apenas se puede caminar. Gatos y más gatos de todas las edades y colores se meten entre las piernas buscando mimo o estudiando al forastero. Y en medio, un perro sabueso que a estas alturas ya debiera creerse un felino más. Al hombre no le molestan. Por si queda alguna duda, se declara un «profundo amante de los animales»
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