La fuga de sedes de CaixaBank o Sabadell ha sido un golpe psicológico para los sectores catalanistas (‘indepes’ o no). Las dos entidades, emblemas clásicos de la economía de Cataluña, mantendrán en su tierra de origen sus estructuras operativas y sus equipos directivos, al menos por el momento. Pero, aunque la convivencia se mantenga en el hogar, la ruptura formal de este matrimonio histórico erosiona la autoestima colectiva en no pocos ámbitos catalanes.
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