Hasta ahora, la imagen de la pareja había sido impecable. Picardo, definido como un "animal político", ya destacaba con apenas 18 años en sus intervenciones en la televisión llanita. Abogado brillante y precoz, formaba tándem público con su esposa, la también jurista Justine Olivero, 13 años menor y madre de sus hijos (Sebastian, Oliver y Valentina). Se conocieron en el trabajo. Ella era otra abogada brillante (desde hace seis años es socia del prestigioso bufete Hassans) que en el pasado había probado suerte en concursos de belleza.
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