La elitista editora de la revista Vogue en Estados Unidos, Anna Wintour, sorprendió hace justo un año con un alegato a favor de la economía circular. Su mensaje fue claro: comprar menos ropa, cuidarla, llevarla todo el tiempo posible y, cuando ya no la queramos, pasarla a otra persona. Una señal inequívoca de que el mercado de segunda mano comenzaba a romper fronteras sociales. Doce meses después de esta bendición desde la cima del lujo, el negocio de los objetos usados crece y amplía clientes.
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