Lleva cuatro años retirado en el confín del mundo, desde que en el 2011 dejó de dar clases en el colegio de los Maristas de Sants-Les Corts de Barcelona. Vive, con su hermano mellizo, en una casita de una planta, en un barrio periférico de un pequeño pueblo de la provincia de Girona, donde, según explica, ha estado esperando a que vinieran a por él. "Pensé que todo esto se sabría antes, que no tardarían tanto", dice a modo de saludo cuando llegan los periodistas de EL PERIÓDICO, en la puerta de su modesta vivienda.