O sea, con la nueva ley, si te llamas Jorge puedes ponerte de nombre Jorgina, o al contrario. Esto en teoría es magnífico, pero en la práctica es otro cantar. No solo me refiero a que tendrás que cambiar tu nombre en una lista interminable de papeles, y con una interminable procesión por estamentos oficiales arriba y abajo (que te cambien el nombre en el registro es solo el principio, en el resto de cosas tendrás que ir a cambiarlo tú). Aún hoy, en algunos sitios sigue sin cambiarse porque, simplemente, aseguran que materialmente no puede hacer