Vivimos tiempos de crisis. La frase bien podría explicar los últimos catorce años de historia económica, pero se ha vuelto más real que nunca gracias a la pandemia. A la paralización de la industria y pérdida de millones de puestos de trabajo durante los primeros meses de la crisis sanitaria debemos sumar hoy una crisis logística y de inflación sin precedentes. Un contexto, a priori, poco halagüeño para que las empresas ganen dinero. Y sin embargo, están declarando más beneficios que nunca.

A medida que vamos viendo cómo persiste la situación de crisis en la cadena global de suministro y que se siguen produciendo desabastecimientos y escasez de determinados productos, empezamos a ver como emerge una dialéctica cada vez más consolidada que apunta a que el gravisimo problema, simplemente, no tiene solución más allá de redefinir completamente los procesos logísticos para hacerlos más razonables, más justos y, sobre todo, más sostenibles

Cualquier producto imaginable, desde combustible hasta alimentos, depende ahora mismo de trabajadores mal pagados con excesiva carga de trabajo. Actualmente, la profesión de camionero tiene de muy poco atractivo entre los jóvenes. Igual en Norteamérica que en Europa, los viejos transportistas se jubilan, pero pocos jóvenes eligen esta salida profesional. Con la logística global dependiendo fuertemente del transporte por carretera, no es sólo un problema para la industria, sino uno del conjunto de la sociedad que amenaza a la seguridad nacional.

Asia es el continente donde la crisis climática actúa con más virulencia, aunque África será el más castigado, con países como Bangladesh, Níger y Pakistán formando el Triángulo de las Bermudas de las catástrofes atmosféricas.

El experto señala la falta de regulación y conocimiento como factores clave en la crisis habitacional actual, y aboga por la necesidad de pactos políticos a largo plazo para enfrentar el problema.

Del “siglo americano” de 1941 a la “matanza americana” de Trump, EE.UU. pasó del auge al declive, enfrenta divisiones políticas, crisis económica, pobreza y decadencia social.

Según datos recopilados por el economista y demógrafo cubano Juan Carlos Albizu-Campos, entre 2022 y 2023 la población de la isla cayó en un 18%. Desde 2021 a la fecha el éxodo migratorio cubano supera con creces la suma de los anteriores como El Mariel en 1980 (125.000), la Crisis de los Balseros en 1994 (34.500) y Boca de Camarioca en 1965 (unos 5.000).

"Los turistas han desertado París" en las últimas semanas y, para desesperación de los hosteleros, una parte de los parisinos también han desaparecido de las calles de la ciudad en vísperas del inicio de los Juegos Olímpicos, bien porque se han ido de vacaciones, bien porque teletrabajan. Este es el panorama que describe Frank Delvau, presidente de la Unión de Oficios e Industrias Hosteleras (UMIH) en París, que considera la situación "catastrófica" en la llamada "zona gris", en torno al río Sena, que está acordonada y vallada.