La abundancia de alimentos en una mesa en la mayoría de los países del Golfo es una señal de generosidad y hospitalidad, aunque buena parte de la comida termina en la basura. Con escasas tierras cultivables y agua, que depende mayoritariamente de las importaciones para hacer frente a la creciente demanda de alimentos, es el país que más desperdicios genera del planeta. Cada saudita echa a la basura unos 250 kg de alimentos al año, más del doble que la media mundial (115 kg), según el ministerio de Medioambiente, Agua y Agricultura.
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