La filosofía es no consumir toda la munición ya. Dosificar. Dar pasos graduales. Comprobar cómo funcionan. Bajo esa pauta se mueve el Gobierno de Pedro Sánchez en la lucha contra el coronavirus, con el riesgo evidente de que la evolución "veloz" de la enfermedad —como él reconoció, y es que ya son 3.004 los contagiados, casi mil más que un día antes, y 84 los fallecidos— le obligue a modificar la estrategia, aplicar medidas más drásticas y contundentes y emular el patrón de Italia.
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