Lo suyo es agregar que lo que anuncia el futuro no es muy halagüeño para los habitantes del este de Europa. Si lo que se aposenta es una Rusia débil [...] las convulsiones estarán a la orden del día en un espacio en el que la rapiña que se prevé parece llamada a ganar muchos enteros. Si lo que gana terreno, en cambio, es una Rusia fuerte, [habrá] la oportunidad de comprobar cómo la presunta comunidad de cultura y de valores con el gran imperio local se traducirá en imposiciones sin cuento.
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