El objetivo de Rusia con el despliegue del Poseidón y el resto de sus nuevos misiles de vanguardia es doble. El primero, obviamente, es desestabilizar el delicado equilibrio armamentístico con Estados Unidos y China para así tener aún más protagonismo en la escena internacional. Ninguna de las dos potencias puede acabar con Poseidón, Tsirkon (un misil hipersónico capaz de hundir un portaaviones) o Avangard (una cabeza nuclear hipersónica capaz de realizar maniobras evasivas) antes de que destruyan sus objetivos.
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