Los primeros años pensaba que la gente que venía eran auténticos refugiados y que estaban felices de sentirse a salvo. Por lo que creí que estarían encantados de adaptarse e integrarse. Pero, a medida que pasó el tiempo, poco a poco desperté a una cruda realidad. Hubo muchas razones que me llevaron a esta conclusión y que no podía seguir ignorando. Evidentemente, lo que pasó en Colonia, en la noche de fin de año de 2015, fue uno de esos puntos decisivos.
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