Un campo petrolero del desierto central de Siria se ha convertido en una cámara de tortura improvisada. Allí, cuatro hombres con uniforme militar inmovilizan a otra persona y le rompen las manos y los pies con un mazo. El hombre pide ayuda, lo que hace que los vestidos de militares, mercenarios de Rusia, se rían de él, lo ahoguen y maten, y después de decapitarlo, garabateen grafitis en cirílico en su pecho sin vida, en los que hacían referencias a las fuerzas aerotransportadas rusas. Todo ello mientras suena una canción militar nacionalista ru
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