En circunstancias extremas, las personas desesperadas pueden recurrir a comer barro, frutas de cactus, flores, ratas, huesos desechados o pieles de animales para mantenerse con vida. El hambre severa, la mala alimentación y la desnutrición son un desafío cotidiano en muchas partes del mundo y su escala es verdaderamente gigantesca. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU afirma que "hasta 828 millones de personas se acuestan con hambre cada noche" y "345 millones enfrentan inseguridad alimentaria aguda".
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