Tan creíble como cuando dijo que nadie podrá probar la culpabilidad de Luis Bárcenas («sé fuerte»), el presidente Mariano Rajoy ha anunciado un plan para «la regeneración democrática». Al parecer es urgente, pero se queda para septiembre. Y por ahora es una propuesta tan estrecha que cabe en una servilleta y aún queda mucho papel para limpiarse. Son dos puntos: reducir el número de aforados y cambiar el sistema electoral en los ayuntamientos para que gobierne el candidato más votado. Son dos trampas.
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