Unos días antes de morir, Non Chaisuwan descubrió en una página de internet una lista de nombres. El suyo estaba el primero. La mayoría eran profesores o directores de escuela de la provincia de Pattani, al sur de Tailandia. Chaisuwan se negó a ser trasladado a una escuela más segura a pesar de que sabía que esa lista era una sentencia de muerte. Días después, dos hombres lo esperaron a la salida del colegio armados con AK47. Le dispararon pero no lo mataron. Cuando los insurgentes lo rociaron con gasolina y lo prendieron, su cuerpo aún gemía.
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