Hubo un día en el que un ex presidente del Gobierno fue a la puerta de una cárcel para despedir a uno de los suyos. El 10 de septiembre de 1998, Felipe González se desplazó a la centro penitenciario de Guadalajara para darle el último abrazo al ex ministro del Interior José Barrionuevo y al ex secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, condenados por su responsabilidad en una de las obras del GAL: el secuestro de Segundo Marey.
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