Debajo de sus uniformes de policía hay tatuajes de calaveras, armas de fuego y números que pasarían desapercibidos. Se trata, sin embargo, de símbolos que los identifican como miembros de pandillas secretas en las que solo hay agentes policiales. Desde hace varios años estos grupos operan en Los Ángeles igual que las bandas callejeras que combaten. Como en cualquier pandilla, tienen códigos, reglas y rituales de iniciación. En su caso, su ingreso "se gana" a través de ataques violentos, favores sexuales o su complicidad en actos de corrupción.
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