El guarda de seguridad con chaleco antibalas que corre seguido por una mujer sujeta con extrema delicadeza el cilindro azul, como si fuera un bebé. Es oxígeno. Ambos avanzan bajo un sol abrasador hacia un coche. “Es para mi madre”, responde Afra Benedito, de 46 años. Cuenta angustiada que la bombona ayudará a la señora Fátima a respirar durante cuatro horas más. Un pastor evangélico ha reunido dinero para rellenar nueve cilindros y donarlos. La logística es compleja y los 400 reales de la recarga mínima (60 euros) suponen un dineral.
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