Los pintaban para venderlos como finos cachorros por internet. A sus cortos dos meses los canes eran sometidos por inescrupulosos a extensas sesiones de decoloración de pelo y maquillaje, con el objetivo de transformarlos en perros de raza y estafar a personas que buscaban comprar una mascota. Alberto Quevedo Ballarte y Luis Quevedo Bravo ofertaban a los cachorros en decenas de anuncios, el camuflaje ideal para estos sujetos a quienes no les importó jugar con la salud de los cachorros.
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