El juez ve una concurrencia de conductas imprudentes: en el dueño del perro por no controlarlo y la madre por no proteger a la niña. Según recoge el magistrado Eladio Prieto en su sentencia, la demandante iba con su hija y su perro Coco cuando se cruzaron con el demandado y su perro Toreto. Fue entonces cuando ambos animales comenzaron a pelearse y la niña quiso apartar a Coco, llevándose el mordisco de Toreto.
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