Actualidad y sociedad
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La pantalla de las lamentaciones

Y esta es la falacia que Vargas Llosa y otros tantos repiten cansinamente: como todo lo que se hace es porquería, las obras dignas de reconocimiento universal no son vistas, ni leídas, ni escuchadas (no obstante, él no parece haberse preocupado por conocer nada posterior a los 70). Si uno consume algo, no se deduce por ello que deje de consumir otra cosa. De esto se deriva otro error de bulto: que la alta burguesía del siglo XIX fuera a todas las óperas no implica ni que las escucharan, ni que las entendieran

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