Cada paso que damos tienen como motor la defensa a ultranza del derecho a una vida que, además, sea digna, sin distinciones ni excusas. Aún no está claro quién escribió —ni cómo— el reprobable tuit en el que se le deseaba la muerte a Adrián, un niño de 8 años enfermo de cáncer. Pero no es discutible que la mano que lo escribió, independientemente de a quién pertenezca, no representa al movimiento animalista. Relacionada:
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