El día de los enamorados de 1989 un escritor, del que nunca había oído hablar, apareció en las noticias de la televisión. El escritor era Salman Rushdie, la noticia su condena a muerte. El pasado viernes doce de agosto, treinta y tres años después, en un acto público rodeado de testigos en el Estado de Nueva York, un hombre se atribuyó el papel de verdugo acuchillando a Rushdie. En 1989 sentí absoluta sorpresa al descubrir que, sin más, se podía condenar a muerte a un escritor bajo el supuesto delito de blasfemia, hoy me abruma comprender que
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