Nadie esperaba una manifestación tranquila, pero la décima jornada de huelga contra la reforma de las pensiones ha desatado otra explosión de violencia a la que Francia no asistía desde hace años. Los 13.000 agentes desplegados en París, un dispositivo sin precedentes, comenzaron a cargar casi desde el principio. Primero con las porras, después también con fusiles de balas de goma. Y a partir de ahí, carreras, heridos, hogueras y caos. Escenas que se repiten en las principales ciudades del país.
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