Nuestros abuelos lucharon a muerte contra una dictadura para que sus hijos y nietos pudiesen votar libremente en una España democrática. Sólo por ellos, y en su memoria, merecerá la pena mover otra vez el culo del sofá el 10N y votar a quien nos dé la santa gana. Las heridas de la democracia se curan con más democracia. Así que dejemos de quejarnos cada vez que tengamos que ir a votar. Afortunados que somos de poder hacerlo.
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