El pánico no viene causado por la incapacidad del estado heleno para devolver su descomunal deuda -eso ya lo saben desde hace años- sino por la voluntad de su nuevo gobierno de reconocer de manera pública y manifiesta su insolvencia. ¿Por qué? Pues sencillamente porque reconocer que Grecia no va a poder pagar nunca, implica tener que asentar pérdidas en los balances contables de sus acreedores.
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