Hacía un año que tenía guardado en la caja fuerte de su dormitorio un bote de pentobarbital sódico que había adquirido de manera clandestina y que tenía pensado beberse aquel 25 de julio: “No me considero un suicida, lo que quiero es irme de una manera tranquila”. José no eligió entre la vida o la muerte sino morir de una manera o morir de otra: “Como esta enfermedad no mata te tienes que matar tú”, repetía constantemente.
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