El hasta ahora líder no sólo se ha quedado sin la protección de muchos de los que antes lo custodiaban. También empiezan las deserciones silenciosas en la propia familia. Dentro huele a cadáver y ahí fuera, una raquítica TVE y algún Instituto Sociológico harán lo posible por mantener la sensación de orden y control, manteniéndose firmes ante la puerta del hospital y simulando que la mano escondida en el abrigo sujeta un arma que ya no existe. Ganar tiempo para que vengan refuerzos, si es que queda alguno.
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