La sordidez del ser humano no tiene techo. O fondo, según se mire. El enésimo ejemplo ha tenido por marco la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla, que ha juzgado a un hombre acusado de violar a su hija mientras su nieta de tres años dormía al lado. Así se lo aseguró la víctima a la Policía y al juez que investigó el asunto. Sin embargo, a la hora de la verdad, en el juicio, la supuesta violada volteó su declaración y le dio un giro tan radical que afirmó que el sexo, porque en efecto lo hubo, fue consentido.
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