Mohamed Amzahou era parte de lo que llaman el milagro agrícola de Almería. Él estaba a lo suyo, que bastante tenía con el día a día, pero su trabajo –y el de miles como él– es un pilar básico en el mar de plásticos que factura frutas y hortalizas a toda Europa. Este joven marroquí de 22 años planeaba tirar para Bilbao, y llevaba siete meses en España con la mente puesta en los tres años que hacen falta para solicitar el arraigo que abre la puerta a un permiso de residencia. Nunca los cumplirá, porque Mohamed murió arrollado por un coche a media
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