Un loro tuvo que formar parte del programa de protección de testigos del FBI en los años 90 porque la mafia de Nueva Orleans quería matarle. Y lo cierto es que tenían razones para estar nerviosos. El loro se llamaba Echo y perteneció al jefe de la mafia de Nueva Orleans, en Estados Unidos. Cuando la policía logró detenerle se dieron cuenta de que el ave seguía repitiendo algunas de las cosas que había oído a su dueño durante el tiempo que vivió en su casa, lo que podría significar que terminara desvelando conversaciones secretas.
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