Inmaculada, una teleoperadora de 56 años, murió la semana pasada de un infarto mientras trabajaba. Los responsables de la oficina no dieron "orden de desalojar" y el cadáver permaneció 2 horas junto al resto de empleados, según han denunciado los sindicatos. Inmaculada llevaba 15 años en el grupo Konecta, una gran empresa —más de 12.000 empleados— que ofrece servicios de atención al cliente y telemarketing a 3ªs cías. El texto de CGT reproduce Whatsapps de trabajadores confusos, como "está tirada en el suelo y nosotros cogiendo llamadas".
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