Vivía en Barcelona y era abogado, pero creyó que el periodismo era una profesión más apropiada para mejorar el mundo y se fue a la guerra de los Balcanes, dispuesto a intentarlo. Aprendió el oficio, se desvivió por los más débiles, ganó premios, se granjeó la admiración de sus compañeros y en la primavera de 1999 grabó en Kosovo unas imágenes que lograron cambiar el rumbo de la Historia. Dentro de unos días se cumplirán diez años de su muerte en Sierra Leona.
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