Trajes impolutos, un excelente cuidado en las formas, una sonrisa permanente y, sobre todo, un deseo de servir y atender las necesidades del otro parece que siguen siendo las máximas para triunfar en una profesión que está muy lejos de caer en el olvido.Un oficio de hombres y mujeres "invisibles", con una formación amplísima y muy especializada, que no se limita a servir la mesa, "dirigen personas y propiedades", y resuelven "antes de que se lo pidan" todas las necesidades de los señores de la casa.
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