El personaje de Roald Dahl sufre en una infancia cruel y solitaria. Algo similar sostiene el periodista Antonio Maestre sobre sus recuerdos en Fuenlabrada, un mundo hostil «si tenías intereses distintos a los de los puños». Pero el barrio obrero español no se parece al Bronx neoyorquino: inventarse lo contrario y hacerse la víctima, probablemente, responde a la falta de talento.
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