Las playas de Galicia, Asturias y Cantabria han quedado cubiertas por un manto blanco de pellets de plástico. El vertido, que por la gestión política del asunto evoca a los tiempos del Prestige, ha puesto de manifiesto un problema, el de la contaminación por plásticos, de magnitudes inabarcables. Lo ocurrido el litoral español es tan sólo la punta del iceberg de una economía que ha ido apoyándose cada vez más en el consumo de plásticos.
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